miércoles, 2 de abril de 2014

MOON

¿Qué ocurriría si un buen día nos encontráramos cara a cara con nuestro clon, más envejecido y, por ende, más sabio? ¿Qué experimentaríamos si descubriésemos una fila de cajones, albergando a personas iguales a nosotros, dispuestas a cobrar vida en en momento dado?

Esto es lo que ocurre en Moon.


Tras pasar tres años haciendo maquetas y viviendo en una base espacial, Sam Bell, el protagonista de esta historia, sobrevive a duras penas, gracias a la compañía de las plantas (con las que mantiene conversaciones habituales), el confort proporcionado por un robot atento y servicial que expresa sus emociones en una pantalla en la que aparecen caras sonrientes y tristes, y el recuerdo de una esposa y una hija con la que mantiene videoconferencias diferidas.


A medida que se acerca el final de su contrato en la Luna, Sam empieza a tener algunas visiones extrañas que le hacen dudar de la veracidad de todo lo que le rodea, hasta que un día se da cuenta de que está viviendo un engaño y de que, seguramente, no regresará nunca a la Tierra.





Duncan Jones dirige una película espeluznante en una atmósfera de aparente normalidad.


En Moon, los robots son más humanos que los propios hombres quienes no dudan en eliminar a uno o a varios de los clones humanos despertados para seguir obteniendo beneficios con su industria energética.

Gerty, el robot entrañable protagonista de esta película, tiene más sensibilidad que los dueños de la empresa para los que trabaja, y está dispuesto a dejarse reprogramar para que se borre su memoria caché y los rescatadores no sepan que uno de los clones ha logrado escapar de la cara oculta de la Luna.

Me pregunto, como espectadora, si llegará el día en que perdamos hasta tal punto nuestra humanidad que los robots sean más sensibles que nosotros mismos. (Hecho que ya anunciaban las lágrimas en la lluvia del robot de Blade Runner).


El visionado de Moon me ha producido una sensación igual de perturbadora que la experimenté al ver El show de Truman, dos películas que hacen replantearse las grandes cuestiones filosóficas del ser humano, tales como ¿quiénes somos?, ¿dónde estamos? y ¿a dónde vamos?

Ambas películas ofrecen visiones contemporáneas del tópico del gran teatro del mundo:
¿Realmente somos libres y autónomos? ¿O hay alguien que nos ha “programado” para que nos ocurra todo lo que nos está sucediendo?

La respuesta, -si es que la hay-, es más inquietante aún que la pregunta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

CONTACTO:
esaquesisoyyo@gmail.com

INSTAGRAM:
@poesiavisual_podrida #unpoemitaldía #itwasfoodbefore