El duermevela como estado anestésico (a falta de una mejor realidad sugerente) es lo que proclamo en este poema.
La mente y su poder de traslación son grandiosos, nada como la víspera de un examen para desear viajar o estar en otro lugar.
En mi caso, en mis tiempos de estudiante, me bastaba con la simple visión de un lápiz para convertirme en abeja y explorar otros mundos, que también estaban en este...
© Eva Antón Bravo
El examen es un poema universitario, cuántas horas pasadas en la biblioteca de la Facultad de Letras, repasando líneas, subrayando apuntes y dejando volar mi imaginación...
Soñad, despiertos, lectores, pues el subconsciente no distingue entre realidad y ficción: si lo has imaginado, lo has vivido.
Firmado: un abeja.
*Haz clic en la foto para obtener mayor nitidez, desde tu móvil.
EL EXAMEN
De
nuevo esa impotencia
de
caricias virtuales...
(dos
valores: enfático y ruptura
del
significado propio;
dos
sabores:
miel
y caramelo de café con leche).
Las
luces fluorescentes se reflejan
en
mis gafas de sol.
Un
lápiz Staedtler Noris 120
de
bandas amarillas y negras
...como
las abejas...
rueda
sobre el escritorio...
y,
entonces,
nuestros contornos coinciden
como
vestidos de papel sobre muñecas recortables...
...y
doblo las pestañas...
...y
estamos unidos durante unos segundos...
El
inicio: érase una vez,
érase
que se era
una
abeja sin alas,
una
mente extraviada,
un
lápiz bicolor.
Eva Antón Bravo, Camas de faquires, (Uno editorial, 2015).
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